sábado, 9 de marzo de 2013

No es orgullo. Es dignidad.

Si echo la vista atrás, a hace un par de años más o menos, quizás un poquito más, y hago balance de lo bueno y malo que me ha ocurrido en este tiempo, no tengo nada claro hacia que lado se inclinaría la balanza. Es verdad, que respecto, a lo que podemos llamar "profesional" he alcanzado todas las metas que me he propuesto, e incluso con resultados por encima de mis expectativas, y aunque hay una parte que aun está pendiente de un número, no deja de ser más que un mero trámite burocrático que tarde o temprano se solventará. Todo esto, es la parte que otorgaría a la balanza un equilibrio positivo. Pero, como siempre, hay una parte que ha salido mal parada, un poco catastrófica por así decirlo. Y es que, en lo "personal" no estoy acostumbrada a ganar. Todo me sale mal, o al revés de lo planeado. No he logrado alcanzar ninguna meta con éxito, porque siempre han ganado las piedras del camino. Puede, que esta sea la razón por la que rehuyo de mantener ciertas conversaciones, o por lo que dejo que el tiempo pase y se lleve consigo ciertos temas. 


No tengo las fuerzas, el valor o las ganas suficientes para comenzar un camino nuevo sin rendirme ante la más mínima turbulencia. Si doy, quiero recibir, al menos un gracias. Y si no recibo, que sea por un motivo justo, no que de la noche a la mañana desaparezca todo. Quiero tener cierta importancia, determinados privilegios, no ser una más de las muchas del montón al que recurrir cuando convenga. Hasta el más mínimo tropiezo me da miedo, me provoca abandonar la situación y alejarme. No quiero derribar muros, poner buena cara sin motivos, avanzar por un camino en el que quizás, sea la única que vea la meta de cierto modo. No quiero emplear mi esfuerzo y después quedarme con cara de gilipollas por perder una vez más. Puede que esto no me lleve a ningún lado, o quizás sí, pero no estoy en el momento indicado para quedarme al lado de alguien cuando veo claramente que no me necesita. Ya he sido el juguete que siempre ha estado perenne para cuando ha interesado a la otra parte durante muchas veces, y no quiero que se repita una vez más. De la misma forma que vino todo, se ha ido. Y no voy a ser yo quién de más pasos, cuando he dado suficientes y se les ha hecho caso omiso o simplemente se han ignorado ciertos detalles que valían más de lo que aparentaban. Egoísta o no, no voy a hacer nada que no sienta.  No es orgullo. Es dignidad.



No hay comentarios:

Publicar un comentario