lunes, 10 de agosto de 2015

Agosto.




Agosto. Ese mes en el que todo el mundo se marcha, y yo, decido volver. Al menos esa es mi intención y para cumplirla es mejor no dejar las ganas de escribir guardadas en el fondo del cajón.

Es complicado mantener una rutina cuando no tienes demasiadas o más bien ninguna gana de... ¿nada? y si a eso le sumas, que sin esperarlo te pierdes... y pierdes el norte de lo que realmente quieres, por completo, todo se complica bastante más.

Desde hace 4 meses, sin esperarlo, todo dio un giro bastante importante y tomé la decisión de hacer a cada momento lo que realmente me apeteciese y sintiese que debía hacer. Puede que haya descuidado bastantes objetivos personales, puede no, realmente ha sido así, pero no me arrepiento de nada. Me he sentido como hacía tiempo que no me sentía y si he apostado por algo que mi cabeza y mi corazón me pedían a gritos hacer, prefiero no quedarme con las dudas de no haberlo intentado. 

¿Resultados? el tiempo lo dirá. Si he hecho algo más, ha sido tomar la decisión de vivir el hoy, y si aún hay motivos por los que seguir creyendo en algo, no dejar de hacerlo. Quizás, esté volviendo a caer en el mismo error de callar más que hablar, pero todos tropezamos con la misma piedra más de una vez.

Agosto. Ese mes que antes adoraba y ahora simplemente es un mes más. Por eso era el momento de hacer algo diferente a la rutina adquirida y poco satisfactoria en la que me encontraba inmersa. Agosto también puede ser el mes de los nuevos objetivos.