jueves, 25 de julio de 2013

Pequeñas joyas.

Que las pequeñas cosas no te engañen. Son pequeñas, pero no sencillas. Tienen trampa. Y es que, esas pequeñas cosas, no sirven de nada si no las compartes con alguien a quien quieres. Porque solo cuando las compartes, las pequeñas cosas, pasan a convertirse en auténticas joyas. Las joyas de verdad, no están en los museos ni en las cajas fuertes. Las joyas de verdad no brillan, ni deslumbran. Las auténticas joyas no son las que te hacen más rico. Son las que te hacen sonreír. No me considero alguien codiciosa, no necesito muchas joyas. Me conformo con volver a sentirme viva. Quiero volver a sentir que alguien se preocupa por mi. Quiero volver a sentir que hay alguien de quien me quiero preocupar. La felicidad es un arma de doble filo. No hay nada mejor cuando la tienes, pero si la pierdes, te quedas hecha polvo. Porque al final del día, es cuando te das cuenta que lo importante, seas una capuya o una iluminada, es que tienes dos opciones, y hay que elegir. Puedes elegir la opción fácil, dejarte caer y hundirte. O puedes elegir la opción difícil, seguir buscando. Y entonces, si tienes un poco de suerte, una de esas joyas pasará por delante para darte el valor necesario y volver a la superficie.


miércoles, 24 de julio de 2013

Exclusividad.

Ya ni si quiera está a simple vista, a flor de piel, o cómo queráis decirlo. No supone un 99% del espacio de mi cabeza/corazón. Sin embargo, permanece ahí. En uno de los últimos planos. Al fondo. Pero aún continúa existiendo un pequeño punto que se resiente si le llegan descargas en forma de signos de evidencia.

Excusas. Sin duda su especialidad. Durante muchísimo tiempo las creí, las soporte, e incluso, consentí y defendí aun a sabiendas de que no eran más que losas que cargaban mi espalda. Y es ahora cuando estoy pagando las consecuencias. Cuando completamente me he dado cuenta de que la locura no formaba parte de mi imaginación. Ha conseguido que la inseguridad sea quién maneje mis días, la desconfianza se ha instalado como rutina. Evidentes cambios de humor. De personalidad.

Pero a pesar de todo, de tanto que invertí, no localizo un punto de arrepentimiento, ya que en todo momento, la sinceridad fue mi mejor carta. Nunca oculté, no dejé que el miedo me plantase cara. Y ahora, por mucho que aparentemente todo le sonría, en el fondo, poco puede lucir y resplandecer, si no conoce el significado de la palabra exclusividad. 

viernes, 5 de julio de 2013

Marcar una distancia opaca

No es difícil adivinar que de vez en cuando solamente te acercas por ese vacío que marca su distancia. Tú, nunca me has necesitado, ni si quiera me has echado de menos. Sin embargo, de vez en cuando, quizás por rellenar huecos en el tiempo, das un par de pasos y haces acto de presencia. E inerte de autoestima, mi cuerpo te busca y acoge tu presencia olvidándose, de que no me necesitas. Maldita la hora en la que el tiempo cruzó tu camino con el mio. Maldita, porque eres todo lo que siempre quise y algo me dice que en más de una ocasión el miedo a quemarte te impidió acercarte más. Son demasiadas las noches en la que engullo todas y cada una de las palabras con las que te acariciaría el corazón, y el peso de todos los días sin el sabor de tus manos y el tacto de tu boca se hace insoportable. Me encantaría marcar una distancia opaca, que me impidiese ver y sobre todo sentir. Pero como si de un lastre se tratase, las malas costumbres del pasado, hacen que más de lo que me gustaría mi sonrisa dependa de ti, que arrepintiéndome después, me aferre a ti... cuando tú, no dejas de manifestar tu anhelo por otros ojos y otro cuerpo que no te da nada y te tiene al completo.