viernes, 18 de diciembre de 2015

Aprendes.

Cuando menos te lo esperas aprendes. Aprendes que no sirve de nada esperar, porque cuando llegan las cosas es justo en el momento en que dejas de esperarlas. Aprendes que cuando realmente le importas a alguien, puede que pasen días, meses, o años sin hablar, que por una cosa u otra hubo una vez que la relación terminó quemándose, pero que tarde o temprano el tiempo vuelve a poner todo en su sitio y a su lado sigue siendo casa porque nada a cambiado. Aprendes que no es malo darlo todo si es lo que realmente te nace. Que quedarse con las ganas solamente servirá para que a la larga termines arrepintiéndote de no haberlo intentado. La vida te pondrá ante situaciones en las que lo más coherente será a su vez lo que más te cueste y más miedo te dé, pero poner punto final es necesario para salir con vida de ese laberinto. Al principio duele, a la mitad y al final seguirá haciéndolo, pero es mejor ese daño que el que te genera continuar luchando por algo que no lleva a ninguna parte. Es mejor hacer las cosas bien, por mucho que cuesten, que hacerlas del revés generando un daño innecesario. Aprendes que todo sucede por algo. Que si una puerta se cierra, se abrirán otras, pero no puedes quedarte de brazos cruzados porque el tiempo vuela y eso es lo único que no vuelve. Aprendes que puedes caerte un millón de veces, pero serán las mismas que te levantarás y cada una de ellas serás fuerte que la anterior. Y todo lo que ahora duele llegará un día en el que simplemente serán motivos para seguir manteniendo la cabeza alta. Que lo mejor que te puede pasar es tener la conciencia tranquila y es lo que te hará escoger la única opción valida, continuar hacia adelante.

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