lunes, 29 de abril de 2013

Placeres (im)posibles.

No sentirte. Capacidad de dar sin pasar el límite. Saber valorarme. Dejar de conocerte. Disfrutar de ir al compás del tiempo. De la espera. Aprender a recibir. Aplicar paciencia. Ignorar la necesidad de quererlo todo tan rápido como una milésima de segundo. Autocontrol. Que siempre sea primavera. Aprovechar ausencias. Valorar las presencias. Separar caminos. Unificar momentos.



jueves, 25 de abril de 2013

Todo eso era.

Necesidad insaciable de ponerle solución. Un todo o un nada. Ninguna otra entrelinea tenía posibilidad de salir a flote. Espacio indefinible. Aroma de esperanza. Susurros en silencio. Noches claras. Días interminables. Oscuros. Fríos ¿Paramos ya? Reflexiones a solas. Miedo latente. Vuelven a cuestionarse asuntos evidentes. Y comienza a girar el bucle. Como medio, absurdas vías de escape. Disfrazan dependencias. Entierran necesidades. Vacían el vacío. Razones innumerables para tacharlo de locura. Estupidez. Demencia. Demasiados gritos ahogados. Ceguera constante que empujaba al rescatar un principio. Todo eso era. Ahora es pasado. Entender. Sentir orgullo. Pero no desgarrador. Del que te tranquiliza la conciencia. Del que sana tus propias heridas. Cabeza alta. Voz por encima del nivel del miedo a perder. ¿perder? ahora es lo imposible. Lo he ganado todo. Razones absurdas que ahora solo me provocan querer seguir mi camino. El que ha sobrevivido a pesar de sus pisadas.



viernes, 12 de abril de 2013

Tiempo inservible.

A pesar de que ha pasado el tiempo, hay noches en las que aún sigues siendo el tema preferido para pasear por mi cabeza justo antes de dormir, y es en ese momento, cuando mi espina dorsal despierta y siente un cosquilleo capaz de volver mi piel más sensible que de costumbre. Es entonces, cuando hasta el roce de la sábana me molesta, por que soy consciente de que la importancia que todo aquello merecía, solamente se la otorgaba una parte, y no eras tú quién se la daba. Me invade la rabia, y aunque hace días que no ocurre, aun no puedo descartar que de mis ojos broten pequeñas gotas saladas que acaben resbalando por mis mejillas sin un destino concreto. Y no es que me arrepienta, simplemente, quiero que llegue ese momento en el que se convierta en capacidad el poder olvidar. El dejar de buscarte en otros ojos. Dejar de sentir tu vacío. Tu esencia no está en otras conversaciones, ni lo estará. No va a llegar nadie que alcance tu nivel. Por eso mismo, quiero que te quedes paseando por mi cabeza, pero como algo pasado, anclado ahí, en un lugar sin retorno, sin la más mínima esperanza de poder recuperar todo aquél tiempo. Sin tener que seguir siendo quién no soy. Nunca olvidarte, pero si poder pasar página. Solamente eso. Que las manecillas del reloj avancen a un ritmo mucho más rápido, por que a su ritmo normal, el tiempo, no está sirviendo de nada.



Ojalá...

...aprendiese a dislumbrar entre las sombras
...me guiase por lo que marcan los indicios
...fuese capaz de ponerte cara, olor, y te quitase la ropa cada noche
...comenzase a pensar más en mí y llegase todo ese valor