viernes, 1 de octubre de 2010

Reflexiones de un viernes antes de cenar.

Cuando se encierra en si mismo y le da vueltas a las cosas desaparece, es en ese momento cuando comienzo a odiarle, pero no mas de 24 horas, si no, empieza a faltarme el aire. Cuando me estoy quedando dormida y vuelve a llamarme solo para darme las buenas noches, le ahogaría pero comiéndomelo a besos. Y cuando el trabajo y las clases nos hacen pasar horas sin saber nada el uno del otro, al volver a oír su voz, los escalofríos son cada vez mas fuertes, mas intensos. Es quién me mata y me da vida, el que ha cambiado muchas cosas por él mismo, sin la ayuda de mis abrazos o de mis besos, y siempre, dicen que los amigos son los que estarán ahí, que tener pareja es compatible con seguir teniendo unido ese lazo, y sí , es verdad, pero eso solamente ocurre con quienes son amigos de verdad, no con quienes te ponen una cara, hacen o dicen ciertas cosas, pero a la hora de la verdad vuelven a fallar, se quedan en su eterna niñez, se ciegan y creen que el resto del mundo les tiene envidia cuando en realidad le están gritando que abra los ojos. Esas personas, aunque duela, merecen toparse de golpe con muros que le hagan estrellarse ante duras realidades y quizás que nadie esté ahí a la hora de la verdad, para recibir un poquito de su medicina.




y mientras tanto ahora sí que empieza una nueva vida de verdad y a cada rato
te quiero 
más mi  
niño diabólico!

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