miércoles, 23 de marzo de 2011

Todo es cuestión de acostumbrarse.

 
Hace unos días, vi una película que llevaba un tiempo con ganas de ver. Era de esas que te enganchan, que tan solo por el título ya sabes que es de tu tipo de películas. Los protagonistas tenían todo en sus manos para ser felices, y cuando digo todo me refiero a un trabajo, a unos amigos, a una vida propia... una vida que les ponía en bandeja incluso, el tener a alguien realmente especial al lado. Alguien a quien no es necesario llamar porque siempre está ahí, alguien con quién los secretos no existen y las miradas son algo más. Sin embargo, por unas cosas o por otras, el final no era el de los típicos cuentos, en los que los protagonistas acaban juntos, y sin embargo era un final bonito a pesar de que los dos sabían que estaban dejando escapar algo grande, pero no hacían nada, dejaron que se esfumase. Y pasó el tiempo, cada uno siguió con su vida y el destino no quiso que sus vidas volviesen a juntarse, pero existían detalles que a ambos les hacían saber que el otro estaba pensando en ellos. Y cuando acabé de ver la película me dio mucha pena que se rindiesen, que no luchasen por lo que perseguían y se conformasen con dejarse ir. Pero ahora lo entiendo, y es que hay veces que por mucho que luches, por mucho que hagas por alguien, por ti, todo se esfuma. Puede que jueguen varios factores en el hecho de que eso ocurra, como por ejemplo el orgullo, el esperar a que sea la otra parte quien decida hacer algo, o simplemente que llega un punto en el que todo se va y no hay más, no hay manera de que vuelva a su sitio. Y tiene que pasar un tiempo para que te acostumbres a esos huecos, a esos momentos vacíos, para que tu organismo se acostumbre y tu cabeza cada día piense un poco menos, que las dudas fluyan cada vez más de vez en cuando, y cuesta mucho, pero tarde o temprano te acabas haciendo a la idea. 

 


1 comentario:

  1. Tienes toda la razón del mundo!¿podrías decirme cual es la peli??seguro que me encanta :)

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