martes, 1 de marzo de 2011

Hace frío.

Nunca me he considerado del tipo de personas que pertenece al grupo de  los que tira la toalla... pero hay veces, que pierdo el equilibrio...

Uno de los factores que contribuye a que lo pierda es el frío. Se cuela por los poros de mi piel y llega a calarme tan hondo como la soledad... y sin poder remediarlo empiezo a echar de menos los días de sol, los ratos de descanso, algún que otro abrazo... Y es que el día a día es una constante lucha, una carrera por conseguir diferentes objetivos. Cada uno depende de la etapa en la que te encuentres... y sinceramente, nunca había pasado tanto tiempo estancada en el mismo punto. Siempre que quería algo luchaba por ello hasta que terminaba siendo de mi propiedad. Pero ahora no sé que me pasa. Si estiro un poco la mano lo rozo con la yema de mis dedos, y eso, en lugar de proporcionarme fuerza para seguir por ese camino, me da miedo. Y lo peor de todo no es eso. Lo peor de todo, es esa parte que no deja de gritarme que me arriesgue. No se calla. Es como un eco constante que se aferra al más mínimo gesto y sigue latente... A pesar de que todo lo demás tiene muchísimo mas peso, esa parte sigue ahí, día tras día. Hay ocasiones en las que consigo calmarla. A base de malos momentos, de rabia, dolor... y cuando se mantiene sosegada, ausente, callada, es cuando el objetivo reacciona. Es como si necesitase de un constante tira y afloja, pero que nunca se atreve a tirar del todo. Tal vez, si en alguna ocasión, el valor hiciese acto de presencia en alguna de las partes, todo esto desembocaría en algún camino. No sé en cual... pero el estancamiento se esfumaría. Entonces, no me importaría que hiciese frío o calor, encontraría el equilibrio.

1 comentario:

  1. Diosss, iinfff, es precioso jopèè.. te AMO! y sabes que cuentas conmigo para todo (L)

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