jueves, 23 de diciembre de 2010

Demasiado.

- ¿Lo que me dijiste por teléfono?
- Sí...
- Tenías razón, tienes derecho a que te diga a la cara lo que pienso. Pienso que se acabó... esta vez estoy segura de que para siempre.
- ... necesito que me esperes unos días, por favor... unos días...
- A eso me refiero... a que siempre hay algo antes que yo... ¿Sabes lo que anteponía yo a ti...? ¡NADA! ¡no había nada! tu eras lo primero y lo último...  por eso me dio igual, porque tu lo eras todo, el principio y el fin... pero ya no...
- ...lo siento, lo siento... de verdad cariño... pero necesito... necesito que me esperes unos días, solo unos días...
- Ese ha sido mi problema... que te he esperado demasiado y ya me he cansado... me he cansado de esperarte... míranos... esto es ridículo. Todo el mundo tenía razón... lo nuestro no iba a funcionar... por fin me he dado cuenta.



Demasiado he aguantado y esperado sí... demasiados días con la venda puesta, demasiado tiempo sin ser yo. Sé que la culpa es mía, que busqué donde ya ni si quiera había cenizas. Que estaba doblemente cegada y que todo esto podía haber tenido otro final. Pero ahora ya es tarde. No me arrepiento, hice lo que sentía, me deje llevar. Ahora todo se ve desde otro punto de vista. Hay ilusiones que se han perdido, pero las que se han quedado han logrado ganar el pulso a todo lo que hacía el día a día difícil de llevar. He luchado mucho por lo que quería, lo conseguí y además por el camino, me dí cuenta de que a mi alrededor tengo los suficientes motivos como para no sonreír. Por eso no puedo permitirme el lujo de caer. Porque el tiempo vuela y ya no quiero que se me siga escapando de las manos.

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