miércoles, 24 de julio de 2013

Exclusividad.

Ya ni si quiera está a simple vista, a flor de piel, o cómo queráis decirlo. No supone un 99% del espacio de mi cabeza/corazón. Sin embargo, permanece ahí. En uno de los últimos planos. Al fondo. Pero aún continúa existiendo un pequeño punto que se resiente si le llegan descargas en forma de signos de evidencia.

Excusas. Sin duda su especialidad. Durante muchísimo tiempo las creí, las soporte, e incluso, consentí y defendí aun a sabiendas de que no eran más que losas que cargaban mi espalda. Y es ahora cuando estoy pagando las consecuencias. Cuando completamente me he dado cuenta de que la locura no formaba parte de mi imaginación. Ha conseguido que la inseguridad sea quién maneje mis días, la desconfianza se ha instalado como rutina. Evidentes cambios de humor. De personalidad.

Pero a pesar de todo, de tanto que invertí, no localizo un punto de arrepentimiento, ya que en todo momento, la sinceridad fue mi mejor carta. Nunca oculté, no dejé que el miedo me plantase cara. Y ahora, por mucho que aparentemente todo le sonría, en el fondo, poco puede lucir y resplandecer, si no conoce el significado de la palabra exclusividad. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario