miércoles, 29 de abril de 2015

Esa trampa...

No se cómo lo hago. Pero siempre termino de mierda hasta el cuello.
Si al menos fuese agua, aunque me ahogase, dejaría menos rastro.
Pero no, por mucho que me lo proponga, es la historia de siempre.
Doy tanto al resto, que me olvido de mí.
Y si ni siquiera yo me doy cuenta de que existo ¿Cómo van a hacerlo los demás?

Trato de sanar heridas ajenas mientras que las mias se desangran  y este vacío cada vez es más profundo... Es como un juego de masoquismo y se gana adueñándose de dolores ajenos, haciéndolos y propios y cuidándolos tanto que a la que terminan doliendo es a mi.
Pero la mierda siempre deja restos que van haciendo mella y al final es un cúmulo de dolor que no es capaz de encontrar salida por ninguna parte.

Pero a pesar de todo... A ti seguiría salvándote siempre. Llámame tonta, pero un día hice tuyo mi dolor y eso me pesa más que sacarte a ti del subsuelo. Y no vamos a mentirnos... Siempre nos ha gustado seguir hurgando entre las costillas del otro, atravesar mil y un laberintos, adueñarnos del corazón de ambos, unirlos y hacer uno solo. 

Es la trampa en la que más tropezamos
y la única que nunca tratamos de esquivar...

No hay comentarios:

Publicar un comentario