martes, 20 de agosto de 2013

Lecciones del pasado.


Ya no busco explicaciones, ni respuestas. Me he dado cuenta de que todo es tan simple y sencillo como observar.  Los hechos son quienes otorgan la verdadera solución a las dudas o preguntas. 
No levanto muros, simplemente no derocho de eso que no recibo. Ya no me compensa seguir manteniendo prioridades, cuando yo para el resto, no soy más que una opción.
Me he cansado de tener como compañero ese vacío constante al ver que nada de lo que digo o hago activa el más mínimo gesto de aprecio o gratitud hacia mí. No soy un bloque de hielo, ni una fuente inagotable de alagos o demostraciones que no necesite nada a cambio... Yo también necesito llenar esa despensa que tirita por la carencia de cariño, aprecio e interés.
Me expongo fácilmente ante los demás, por mucho que trate que disfrazar mi corazón con caretas o inexistentes corazas, caigo una y otra vez en el mismo error. Es la piedra más insistente en mi camino. Mi gran lastre. Y con él vuelvo a cargar...
Le acompaña el conocimiento de culpa por no hacer caso a determinados principios, por volver a dejarme llevar... No puedo decir que me sienta bien, estaría mintiendo. Solamente trato de enfrentarme a una misma, pero a la vez nueva experiencia, desde otro punto de vista. Ahora le veo el lado positivo a una parte del pasado que trató de hacerme ver que son más numerosas las ocasiones en las que es mejor permanecer inerte, retener y frenar sentimientos, antes que dejarse llevar, que la diferencia de dolor es bastante notable, y quizás sea momento de ponerlo en práctica. No siempre los sentimientos llevan la razón. No siempre traen la felicidad, sino que vienen cargados de falsas sonrisas y lágrimas ocultas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario