jueves, 25 de abril de 2013

Todo eso era.

Necesidad insaciable de ponerle solución. Un todo o un nada. Ninguna otra entrelinea tenía posibilidad de salir a flote. Espacio indefinible. Aroma de esperanza. Susurros en silencio. Noches claras. Días interminables. Oscuros. Fríos ¿Paramos ya? Reflexiones a solas. Miedo latente. Vuelven a cuestionarse asuntos evidentes. Y comienza a girar el bucle. Como medio, absurdas vías de escape. Disfrazan dependencias. Entierran necesidades. Vacían el vacío. Razones innumerables para tacharlo de locura. Estupidez. Demencia. Demasiados gritos ahogados. Ceguera constante que empujaba al rescatar un principio. Todo eso era. Ahora es pasado. Entender. Sentir orgullo. Pero no desgarrador. Del que te tranquiliza la conciencia. Del que sana tus propias heridas. Cabeza alta. Voz por encima del nivel del miedo a perder. ¿perder? ahora es lo imposible. Lo he ganado todo. Razones absurdas que ahora solo me provocan querer seguir mi camino. El que ha sobrevivido a pesar de sus pisadas.



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