martes, 25 de septiembre de 2012

Primera tarde de frío, después del verano.

He visto series, he organizado el planning pre-proyecto, he calentado café... no, mentira, lo he hecho todo en automático... como si hubiese pulsado el play y mi cuerpo hubiese actuado por inercia, lo que es mi cabeza estaba.... yo que sé donde estaba... lleva días perdida vete tu a saber donde. 

Lo que si puedo describir es que sin ninguna razón mínimamente lógica, al menos aparentemente... lleva todo el día tarareando la misma canción. Es absurdo, igual de absurdo como que, de repente, me haya acordado primero de aquellas mañanas en las que... bah, da lo mismo lo que ocurriese aquellas mañanas, y que, para no pensar en el tema, me haya sentido como si tuviese un post it en la frente en el que pusiera "pudimos ser mucho y no hemos sido nada por tu cobardía" y lo haya sentido hacia otra persona...

Lo que no entiendo es por qué, cuando "dejo de pasar" necesité huir, refugiarme en otras historias, en una en concreto. Sí, me entregué tanto que hasta pude olvidar(le), creía sentirme feliz, pero no era más que un espejismo del desierto que cuando empezó a doler de verdad se evaporó, sin más. 

Creo que puedo añadir todas estas vueltas de mi cabeza, a la lista de cosas estúpidas que surgen de las tarde de manta y sofá. Es ridículo seguir pensando en ello... ¿no? 








1 comentario:

  1. Eso es bien cierto. Las tardes sin nada que hacer son las peores porque te hacen pensar. Lo mejor es olvidarse cuanto antes.

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