La vida fluye entre frases de canciones, días de sol o lluvia, y viajes entre las páginas de los libros, aportándole motivos para soñar. Hay sueños y sentimientos que si nunca ven la luz, ni sienten el calor del sol, formarán a pasar parte de recuerdos olvidados que tarde o temprano acabarán congelándose de tal manera que nadie se acuerde de ellos. Los elegidos tendrán el privilegio de transformarse en textos que inunden tu mirada.
Si no lo digo reviento... Antes
de nada, que conste que no lo digo por nadie en general, no quiero que nadie se
dé por aludid@. Solamente es una reflexión en general que tengo que hacer
pública. Últimamente, durante toda la semana, mucha de la gente que tengo en
facebook y otra redes sociales, ha compartido el corto de "cuerdas"
(os lo dejaré por aquí por si no sabéis cual es) y ha venido una duda a mi
mente... ¿Lo comparten porque les gusta el corto? ¿Porque lo hace el vecino? ¿O
porque se sienten identificad@s con María? Sí, para mí la verdadera
protagonista es ella. El chico es un niño más que llega a un cole nuevo y al
que desde el primer momento ya le colocan la etiqueta de “especial”. ¿Especial
por qué? ¿Tiene cuatro ojos? ¿Dos bocas? ¿Seis manos? Todo lo especial que
tiene, es que como muchos otros niños con su mirada puede llegar a transmitir
mucho más que otras personas con gestos o palabras.
Por suerte o por desgracia, yo
soy de esas personas a las que les ha tocado ver la vida desde una perspectiva
algo diferente, desde unos cuantos cm más abajo que el resto y siempre sobre
ruedas. Por suerte puedo expresarme hablando, y mis manos aun me permiten
escribir, por eso para mí la verdadera protagonista del corto es María, la
única que le da normalidad a algo que la sociedad no deja de intentar hacer ver
que cada día está más asumido y no es así, ya que desde el mismo Gobierno, esos
que deberían normalizar más que nadie, nos cortan las alas quitándonos la Ley
de Dependencia, por ejemplo.
Los verdaderos protagonistas son
los que son capaces de entender que les pidas mil veces que te ayuden a beber
un simple vaso de agua, que en invierno no es sólo su abrigo el que sobra al
entrar en un sitio cerrado, sino el tuyo también y que igual ponértelo y
quitártelo supone tener que empezar a ayudarte 15 minutos antes si no quieres
llegar tarde o esos a los que no les importa tener que cambiar de planes una,
dos, tres, diez veces porque este o aquel bar, tienda, etc tiene escalones o
algo que te impide acceder.
Y de estas personas, hay pocas. De una sola mano me sobran dedos para contar
las personas que tengo a mi alrededor y cumplan esto de “normalizar” mi día a
día. Ell@s son l@s verdader@s protagonistas, y como algún día dijo alguien, más
vale la calidad que la cantidad.
Y ahora ¿cuánt@s de verdad compartiríais el corto por sentiros identificad@s
con María?
Que no debemos dejar ni permitir que nuestro estado de ánimo dependa de terceros es algo que no dejamos de repetirnos constantemente, pero que llevarlo a cabo supone un esfuerzo que casi nadie está dispuesto a superar...
Y no es que los domingos me pongan triste, en verdad han pasado a ser incluso mejor que los viernes, pero a estas horas, ya me pesa tu ausencia, y me cuesta avanzar sin tus besos...
Menos mal que mañana es lunes y tendremos por delante otra semana que compartir, algo que, ni tu ni yo nos podíamos imaginar, y ahora casi dos meses después, es lo mejor del día a día.
De esas sorpresas que a veces la vida te da, y por las que, por mucho que cueste y muchas adversidades que se crucen, sabes que merece la pena tirar & luchar.
Se supone que lo que debería de hacer, es dejar actuar al tiempo, y que pase lo que tenga que pasar. Pero no puedo... Ni sé como dejar de pensar, cómo dejar de darle vueltas. Siempre me quedo con lo "malo", y lo pongo entre comillas porque en realidad no hay nada tan grave como para preocuparme, pero la incertidumbre me gana el pulso una vez más. Y si a eso le sumamos que va a ser verdad eso de que aparecéis cuando ya no es vuestro momento, el caos mental se eleva a niveles estratosféricos... Niveles que deberían estar prohibidos y más los domingos.
Que pasen las horas y lo "malo" vuelva a convertirse en sonrisas. Nada más.
Sigo el rumbo de unos tambores, que oigo a lo lejos sin dudar, como un murmullo de media noche fuera de tiempo. Sigo una estrella en el firmamento, que no deja de brillar, se a hecho conmigo algún demonio del infierno. De este sueño, no me quiero imaginar como sería el fin del cuento...