Perdimos cualquier nexo de unión posible, dejando de lado las etiquetas o no etiquetas, el rastro del pasado y demás momentos pasajeros. Ni tu, ni yo somos culpables. Aquí no hay culpables, solamente hemos sido almas vagando en busca de un poco de cariño, la única diferencia es que el cariño a nada pasó a ser cariño a todo y el error es que solo fue de mi parte.
No quiero seguir necesitándote sabiendo que no te voy a tener, ni que mis horarios pendan de la posibilidad de que decidas acordarte de mi existencia. Ni tu ni nadie somos más o menos que nadie, pero yo estaba dispuesta a que lo fueses todo y tu, has decidido ser todo lo que echo en falta. No quiero continuar sintiendo el vacío de tu ausencia, ni que mis sonrisas se dibujen a medias. Si hoy hemos llegado hasta aquí ha sido porque te he consentido bailar siempre a tu son. La puerta se cierra, y ya no me importa si no la vuelves a abrir.
Prefiero sentir la soledad palpable sabiendo que no vendrás, a esperarte y llenarme de anhelos que no van a llevarnos a nada. Ahí fuera hay demasiadas cosas y momentos que me reclaman, y quiero vivirlas de lleno, me cansé de las mitades, nunca has querido formar parte de ellas y ahora, soy yo la que no quiere que lo hagas, la que por una vez, mirará por si misma, como tu nunca miraste por mi.
