Hay de varios tipos. Las que te van formando a lo largo de la vida. Las que vas perdiendo o intercambiando según vas creciendo. Las que forman tu mundo. Y están, las piezas que forman sus mundos. Recogen una de aquí, otra de allí, pero al segundo ven algo mejor y deciden volver a cambiarlas. Son antojadizos, nunca están lo suficiéntemente conformes con lo que tienen y sus ansias por destacar les hace imitar el entorno que les rodea. Dejan en el camino buenos momentos, posibilidades de comenzar su propio puzzle desde cero, pero la envidia les gana el pulso, la avaricia les impide avanzar. Creen que pueden presumir, de aquello que aprendieron del resto. De todo aquello que les ofrecieron y agradecieron con desprecio. No se dan cuenta de que esas piezas, jamás encajarán en sus vidas. Podrán parecerse, pero les faltará lo más importante..... la esencia de una personalidad propia.
La vida fluye entre frases de canciones, días de sol o lluvia, y viajes entre las páginas de los libros, aportándole motivos para soñar. Hay sueños y sentimientos que si nunca ven la luz, ni sienten el calor del sol, formarán a pasar parte de recuerdos olvidados que tarde o temprano acabarán congelándose de tal manera que nadie se acuerde de ellos. Los elegidos tendrán el privilegio de transformarse en textos que inunden tu mirada.
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