Como un carrusel. Subes, y todo gira siempre en el mismo sentido. Si al menos fuese así, puede que llegase a acostumbrarme, pero cada vez se parece más a una noria. Parece que el mundo está bajo tus pies, que ahí arriba nada puede pasar, pero si te distraes un solo segundo, sin ni si quiera tener que hacer nada, estás de nuevo abajo. Y es a lo que no termino de acostumbrarme. A ese ritmo vertiginoso.
En ocasiones trato de no hacerle caso a mis sensaciones, no siempre aciertan, pero... no sé muy bien como explicar este pequeño vacío que ha hecho un nudo en el estómago. Es como si anunciase la llegada de algo que no quiero ver, aunque se que está ahí.
La vida fluye entre frases de canciones, días de sol o lluvia, y viajes entre las páginas de los libros, aportándole motivos para soñar. Hay sueños y sentimientos que si nunca ven la luz, ni sienten el calor del sol, formarán a pasar parte de recuerdos olvidados que tarde o temprano acabarán congelándose de tal manera que nadie se acuerde de ellos. Los elegidos tendrán el privilegio de transformarse en textos que inunden tu mirada.
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