Bajo el abrigo de la noche, la atenta mirada de las estrellas, sin esperarlo, sin planearlo, el tiempo les concedió otro momento mágico. Surgió de la nada, poco a poco, como ellos construían su camino. Pasaron los minutos, sus voces les dieron el calor necesario, el que hizo que los sentimientos dejasen paso al deseo, el que les lleno de sonrisas. La cuidó hasta el final, como si fuese un jarrón de cristal, con esa delicadeza con la que se intenta evitar el más mínimo daño. El camino es largo, angustioso a veces, ambos lo sabían desde el primer día, desde el primer lejano día. Eso no impidió en ningún momento que ambos decidieran arriesgarse, a darlo todo, y más. Y una noche de verano, pasó de ser una noche más, a ser otra de sus noches, de esas que les hacían irse a dormir ... sin darse cuenta de que el sol les espera con sonrisas de inmensos tamaños dibujadas en sus rostros ... que ya se echan de menos, se anhelan, se necesitan ... y así seguirán sumando días a su lista de días interminables, esos días que juraron serán para siempre.
La vida fluye entre frases de canciones, días de sol o lluvia, y viajes entre las páginas de los libros, aportándole motivos para soñar. Hay sueños y sentimientos que si nunca ven la luz, ni sienten el calor del sol, formarán a pasar parte de recuerdos olvidados que tarde o temprano acabarán congelándose de tal manera que nadie se acuerde de ellos. Los elegidos tendrán el privilegio de transformarse en textos que inunden tu mirada.
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