Es algo que pasa, que implica el tomar decisiones. Hay decisiones que se planean, que sabes cuando las vas a llevar a cabo, pero otras... aparecen de repente, de manera inesperada. Es como cuando quieres a alguien, y ese querer se te mete tan dentro, que no sabes cuando empieza todo eso pero si que eres consciente de que va a ser para siempre, que por mucho que el tiempo avance, que por mucho que ocurra a tu alrededor, ese sentimiento va a seguir estando ahí. Las decisiones que no esperas llevan consigo el cambio del curso de las cosas. Implican el no poder pulsar un botón y dar marcha atrás. El riesgo. El desconcierto. No suelen ser mis preferidas, pero me gustan. Es cuando sin duda alguna, tienes que dejarte llevar por los impulsos. Si algo te hace abandonar, es porque no había razones para seguir en el, si te hace cruzar la linea es porque lo que hay en la otra parte merece que te arriesgues. En el momento de tomar una decisión u otra puede que tengas miedos, que pasen días y sientas flaquear las fuerzas, que incluso conozcas a personas que sean aparentemente lo que te impulse a cometer errores, pero que a la hora de la verdad sean simples puntos de debilidad, que al fin y al cabo te harán ser mas fuerte y tomar una decisión correcta, guiándote única y exclusivamente de tus impulsos.
La vida fluye entre frases de canciones, días de sol o lluvia, y viajes entre las páginas de los libros, aportándole motivos para soñar. Hay sueños y sentimientos que si nunca ven la luz, ni sienten el calor del sol, formarán a pasar parte de recuerdos olvidados que tarde o temprano acabarán congelándose de tal manera que nadie se acuerde de ellos. Los elegidos tendrán el privilegio de transformarse en textos que inunden tu mirada.
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